Mi nombre es Frida Alejandra, nací en a la zona norte del Perú, en la ciudad de Huaraz, lugar donde viví hasta terminar el colegio y al que he vuelto hace algún tiempo.  

 
Estudie la carrera de psicología en Lima y es ahí donde comienza mi historia de activismo. Al culminar la universidad me uní a la organización juvenil "100 millones Perú", en la cual me formé para la defensa y promoción de los derechos de las infancias, al mismo tiempo, empecé a trabajar con colectivos de personas con discapacidad. Interactuando con estos dos grupos y observando mi vida personal, me di cuenta de que el ser mujer estaba sujeto a una serie de violencias, que finalmente hacían más difícil que nos aproximemos a la vida que valoramos, violencias que en su mayoría eran ejercidas por el círculo más cercano y de forma muy normalizada. Es por ello que centro mi trabajo profesional en la prevención de la violencia basada en género, realizando difusión, sensibilización y promoviendo espacios de reflexión que nos inviten a cuestionar esas vivencias y reposicionarnos en el lugar que queremos ocupar en el mundo. 

 
Hoy por hoy, la maternidad ha eclipsado mi vida, soy madre y trabajo con futuras y nuevas madres, considero que aún tenemos un camino largo para revalorizar la labor de crianza, la cual al no poder ser medida en términos económicos ha sido relegada e incluso, en entornos empobrecidos, estigmatizada. 
 
Creo en una Latinoamérica en la que las maternidades sean valoradas, respetadas, protegidas e incluidas, porque de esta tarea depende el presente futuro de las infancias y de nuestros pueblos. 
 
Las mujeres que admiro son Irene, Nelly, Vilma, Benedicta y Santa, acompañantes familiares voluntarias que día a día visitan hogares en la provincia de Carhuaz, Ancash, fortaleciendo las crianzas y siendo promotoras del bienestar de las familias.